
Mensaje de Monseñor Fernando Chomali en el día del santo Cura de Ars
En el día de San Juan María Vianney, patrono de los párrocos, nuestro Pastor nos hace entrega una profunda reflexión acerca de la belleza y necesidad de vocaciones al sacerdocio y vida consagrada
Domingo 4 de agosto de 2024DÍA DEL SANTO CURA DE ARS |
Queridas familias y comunidades cristianas:
Hoy, la Iglesia celebra la memoria del santo Cura de Ars, Juan María Vianney, patrono de los
párrocos. Un humilde sacerdote de pueblo en Francia que fue un testigo extraordinario del
amor y la misericordia de Dios. Siendo muy consciente de su pequeñez, decía: “Un buen pastor,
un pastor según el Corazón de Dios, es el tesoro más grande que el buen Dios puede conceder
a una parroquia”.
Por medio de esta carta quisiera invitar a toda la Arquidiócesis a tomar renovada conciencia
de la necesidad y belleza del ministerio sacerdotal, así como de la vida consagrada. Deseo
motivarles a intensificar nuestra oración para pedir al Señor vocaciones en nuestras familias; y
a promover una cultura vocacional.
Hoy sufrimos una tremenda “sequía vocacional”. Son pocos los jóvenes en los seminarios y
casas de formación religiosa. A comienzo de los años noventa, de nuestra Arquidiócesis
ingresaban cerca de 20 jóvenes cada año al Seminario Pontificio Mayor (que forma a los
sacerdotes diocesanos), en los últimos diez años el promedio no alcanza a 4 por año. Hoy
tenemos alrededor de la mitad de sacerdotes (diocesanos y religiosos) que hace veinticinco
años.
El primero en conmoverse ante la falta de pastores es Jesucristo: “Al ver a la muchedumbre,
sintió compasión de ella, porque estaban fatigados y desamparados, como ovejas que no
tienen pastor” (Mateo 9,36). Jesús indica el modo de subsanarla: “La cosecha es abundante,
pero los trabajadores son pocos. Por eso, rueguen al dueño de la cosecha que envíe trabajadores
a su campo” (Mateo 9, 37-38). Las vocaciones sacerdotales son un don de Dios, que debemos
implorar con perseverancia.
Nuestra sociedad, necesitada de generosidad, entrega y servicio, clama por hombres y mujeres
que consagren sus vidas a la proclamación de la Buena Noticia del Evangelio. Pidamos al Señor
que envíe pastores “con olor a oveja” como dice el Papa Francisco, que cuiden del pueblo de
Dios y lo guíen en la práctica de la caridad. Pidamos a Dios el cumplimiento de su promesa:
“Les daré pastores según mi corazón” (Jeremías 3,15). Ante las situaciones de abusos, nunca
bastante deploradas, sufre la Iglesia por la infidelidad de algunos de sus ministros y escandaliza
a la sociedad. Que la crisis se transforme en ocasión de profunda conversión.
Les confieso: si volviera a nacer, volvería a ser sacerdote. A ti joven, quisiera decirte: si sientes
la voz del Maestro ¡no temas! ¡No tengas miedo de escuchar su voz y dejar que Él haga de ti un
pescador de hombres! Jesús puede dar una plenitud inimaginable a tu vida.
San Alberto Hurtado reflexionando sobre su vida sacerdotal y la belleza de la misión recibida,
escribió: “¡Qué grande es mi vida! ¡Qué plena de sentido! Con muchos rumbos al Cielo. Darles
a los hombres lo más precioso que hay: Dios; dar a Dios lo que más ama, aquello por lo cual
dio a su Hijo: los hombres”.1 Santa Teresa de los Andes, en carta a su padre le dice: “Su hija ha
escogido la mejor parte. Seré toda para Dios y Él será todo para mí”.2
Curiosamente solemos pedir por las vocaciones sacerdotales y religiosas, pero “mirando hacia
el vecino”. Que llame jóvenes, sí, pero de la familia de al lado. Pidan a Dios que les bendiga
llamando de entre sus hijos, quienes le consagren su vida. Un hijo o hija, un nieto o nieta, que
se consagra al servicio de Dios, es una gran bendición para su familia, la Iglesia y el mundo.
Piensen cuánto bien podrá hacer ese hijo sacerdote. ¿Cuántas misas celebradas para alimentar
la comunidad cristiana con la Palabra de Dios y con el Cuerpo de Cristo? Sin él, no se celebrarían.
¡Cuántos escuchados y perdonados en el sacramento de la confesión! ¡Cuántos aliviados y
consolados con la unción de los enfermos! ¡Cuántos deudos acompañados y confortados en
las exequias de sus seres queridos por ese sacerdote! ¡Cuántos pobres y afligidos socorridos
por las iniciativas caritativas que él impulsó en la comunidad cristiana! ¡Cuántas personas se
han acercado a Jesús con el anuncio de la Palabra, la catequesis o la formación cristiana!
Les animo a ofrecer a sus hijos a Dios, como hizo Ana, madre del profeta Samuel (era estéril y
pide un hijo, que Dios le concede). Ella lo ofrece a Dios: “Yo recé por este niño y Yahvé me ha
concedido la petición que le hice. Y yo, por mi parte, se lo he ofrecido a Yahvé” (Samuel 1, 27).
Queridas comunidades parroquiales, colegios, movimientos y asociaciones: pidan que Dios
les bendiga llamando de entre los suyos, quienes consagren su vida a Dios. Recemos en las
peticiones de cada misa por esta intención. Pidámoslo en la Adoración Eucarística, en el rezo
del Rosario, en los grupos de oración.
Virgen del Carmen, madre y reina de nuestra Patria, te pedimos: únete a nuestra oración. Intercede
ante tu hijo Jesús. En las bodas de Caná le dijiste: “No tienen vino”. Dile hoy: “No tienen
sacerdotes, no tienen religiosas”. Con la gracia de Dios, veremos una nueva primavera de
santos sacerdotes, religiosas y consagrados, que llenos del fuego del Espíritu Santo renueven
la Iglesia y el mundo.
Con mi afectuosa bendición,
+Fernando Chomali Garib
Arzobispo de Santiago de Chile
1 San Alberto Hurtado. RUMBO DE LA VIDA, Ejercicios Espirituales a jóvenes, 1946.
2 Carta n°. 73, 25 de marzo de 1919